JUAN PABLO LANDÍNEZ, DE HOSTERÍA DEL MOLINO LA MESOPOTAMIA, HABLA SOBRE LOS SECRETOS DE SU PROFESIÓN
- Para aquel que todavía no te conoce, describe por favor cómo es tu negocio o servicio.
- En la Hostería del Molino de la Mesopotamia tenemos un centenario molino de trigo, un místico y majestuoso manantial en una casona colonial de más de 400 años. Con arte, fósiles, historia, antigüedadades, jardines y fuentes. Pero sobre todo tenemos la inmensa alegría de formar parte de las memorias felices de miles de familias colombianas que se han quedado con nosotros por más de 50 años.
- ¿Cuál es tu historia personal? ¿Cómo llegaste a ser propietario o encargado de un negocio?
- En 1.954 Villa de Leyva fue declarada monumento nacional gracias a las gestiones del mandatario Gustavo Rojas Pinilla. Vestigio de la Colonia, la casona que ahora es la Hostería del Molino la Mesopotamia fue construida hacia 1.568 por Pedro Gómez. Fue hacienda, molino de trigo y casa de recreo de los Virreyes. Durante los años cincuenta se encontraba en abandono. Gustavo Rojas Pinilla, de origen tunjano y padres leyvanos, y quien tenia vínculos muy fuertes con Villa de Leyva, debía conocer esta casona muy bien desde su niñez porque al ser mandatario y ver el abandono de esta reliquia decidió expropiarla; parece ser después de que los antiguos dueños se negaran a restaurarla y abrirla al publico. Entre 1955-1956 la Corporación Nacional de Turismo lanzó una oferta pública para adquirir esta centenaria casona con la condición de que fuera dedicada al turismo. El capitán de corbeta, aficionado poeta y amante del arte Cesar Augusto Landínez ganó la licitación. Como visionario que era sólo él vió el valor histórico, estético y turístico de la casona y su vegetación. Cuando empezó la primera etapa de restauración, un viaje de Bogotá a Villa de Leyva tomaba ocho horas por una carretera despavimentada y de curvas agudas. Algunos allegados lo consideraron loco por meterse en esta empresa.
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Al ser el valle de Leyva desértico y la tierra de esta casona fértil y rica en agua, flora y fauna, el Capitán Landínez decidió nombrarla Hostería del Molino la Mesopotamia, haciendo referencia a su histórico precedente como molino de trigo y metáfora a la región mesopotamica rodeada por el Tigris y el Eufrates, donde se cree estaba lo que la tradición judío-cristiana llamó el paraíso terrenal. El Capitán y su esposa Doña Melida de Landínez, ambos de origen boyacense, tenían un gusto exquisito y una visión clara. Cuando usted camina por La Mesopotamia encuentra detalles artesanales y de arte ensamblados en los históricos muros de mas de un metro de grosor de esta casona. En el restaurante por ejemplo, están un mural de la última cena pintado por el artista Mosqui alrededor de 1970, el antiguo molino de trigo que ha estado por siglos en esta casa y una ultima cena de barro incrustada en el corredor hacia el comedor interno hecha por el escultor nacionalista Gomer Medina. Esto ejemplifica como el Capitán de una manera impecable amalgamaba lo antiguo y lo tradicional con el arte.
Doña Melida por su parte planeaba rigurosamente las comidas típicas del restaurante y cuidaba con increíble esmero los Jardines de la Hostería del Molino la Mesopotamia. Si algo sentimos es haber dejado atrás sus recetas de mogollas, riquísimos esponjados de frutas, el mas delicioso hogao y las sopas de ahuyama. Esperamos en un futuro rescatar sus recetas y hacer del restaurante un tributo digno a su amoroso trabajo y dedicación.
La visión del turismo en Boyacá del Capitán Landínez fue y es revolucionaria. Disfrutar el campo, su cultura y tradiciones eran su insignia. En los mediados de los noventa, cuando nos empezó a dejar atrás la competencia, le propusimos hacer una cancha de tenis. Muy seguro con sus maneras de capitán y mirada altiva respondió: “Aquí se viene a descansar, ir al mercado, disfrutar del silencio, la naturaleza y la tranquilidad” Que leyenda. Imagínense haber dañado nuestros potreros con planchas de concreto.
- ¿Qué tipo de clientes tienes?
- La Hostería del Molino la Mesopotamia se ha caracterizado por décadas por recibir a miles de familias que con cariño recuerdan sus estadías en la Villa de Leyva. Hemos recibido clientes de varias generaciones que recuerdan matrimonios, bautizos y eventos especiales que celebraron en nuestra casona. Acá queremos que usted se sienta como en su finca. Las cabañas son ideales para familias pues tienen sala propia con chimenea. Los kioskos están en un lugar privilegiado al lado del nacimiento de agua de la Hostería del Molino la Mesopotamia. Nada mejor para descansar que dormir arrullado por el agua de esta casa.
- ¿Siempre te dedicaste a tu actividad actual? ¿Has desarrollado alguna otra actividad con otros rubros?
- La Mesopotamia es un negocio familiar que se ha mantenido por más de cincuenta años en manos de la misma familia. Mantener y ofrecer la experiencia de hospedarse en una casona digna de la colonia ha sido el principal objetivo de la familia. Como también lo ha sido destacar la labor de su fundador Cesar Augusto Landínez.
- ¿Qué es lo último que has hecho para diferenciarte de tu competencia?
- En la Mesopotamia ofrecemos tradición, campo colombiano e historia. La tradición es nuestro mejor aliado. Somos un hotel que lleva más de 50 años en la competencia manteniendo la tradición heredada por su fundador.
- ¿Qué es lo que más demandan tus clientes actualmente?
- En la actualidad el negocio hace un esfuerzo para mantenerse actual y ofrecer servicios de alto nivel sin dejar a un lado el hecho que somos un hotel campestre de tradición y la mayor intención es ofrecerle a nuestros clientes una experiencia en un pueblo como Villa de Leyva ofreciendo alojamiento en una auténtica casona colonial.